viernes, 23 de diciembre de 2016

A La Luz de la Noche

Recuerdo amaneció siendo como cualquier otro día, como un día ordinario, uno más de los muchos ya pasados.
Un día nublado, gris, sin muchas expectativas... Nada de especial.
La misma rutina de siempre, la de todos los dias. Sin embargo, algo podía sentir dentro de mí, algo que me pedía ser expresado, liberado.... Entregado.
La mañana transcurrió de la forma más tranquila posible, sin nada en particular, más que ese palpitar de una consulta en la noche previa... "¿Puedes averiguar si la Súper Luna seguirá estando especial para mañana?" - Aunque con el simple hecho de verla, la noche era especial y única a su manera, pero quería tener una excusa para poder verla y qué mejor bajo la luz de la Luna -. No obtuve una respuesta directa, sólo una referencia a una nota que lo confirmaba - Si supiera que sólo con el hecho que viniera de ella, sea cual fuera la respuesta, bastaba para creerle a ciegas, e incluso lanzarme por ella dejando de lado mi alma - para lo cual entendí que aquella Súper Luna, me daba una chance más de expresar ello que desde la mañana venía creciendo. "¿Tienes algo qué hacer hoy por la tarde?" Mis dedos titubearon de mandar aquel mensaje, con temor de recibir una negativa y que todo aquello que venia creciendo, de pronto, me abandonara; Pero sobre todo, del temor al primer paso de una cascada imparable de sucesos que pronto, con el paso de las horas, sucederian sin marcha atrás.
"No, no que yo recuerde. ¿Por qué?" Aquella respues fue tan abasallante como tranquilizante a la vez. ¿Cómo es que ciertas palabras escritas puedan retumbar tanto en un alma que en un tiempo atrás, dedicó su vida a expresarse a través de las letras? Nisiquiera yo lo supe, ni le encontré un sentido fisiológico [¿Será que me estaré ilusionando? ¿Será esto, aquello por lo que pasé tantos años esperando alguien especial?... ¿Será esto.... amor?] Miedo, mi fiel compañero de muchos eventos previos importantes de mi vida. Muchas veces determinante, otras sólo un actor pasivo. Siempre allí, presente.

Pasaban las horas, por aquella tarde que aún seguía nublada, y pensaba: Porfavor destino, vida, Zeus, ¡DIOS!, Permiteme que esto salga bien, y bríndame sólo una noche, esta noche de cielo despejado para poder contemplar aquello que creaste (Ya que desde que tengo recuerdo, la luna siempre influyó de manera muy particular en mí, y siempre, de manera indirecta, fue participe de muchas locuras y pensamientos durante esta tormentosa vida) y así ayudarme a tener el valor de, por una vez en muchos años, expresar realmente lo que tengo aquí, dentro de mí.
Durante la tarde (Y no sé si producto de las miles de cosas que pasaban por mi mente) sentía una carga en el ambiente, similiar a la sensación de la calma después de la tormenta, pero esta vez fue lo inverso... La calma precedia a la tormenta. Mil pensamientos recorrian esta, de por sí, ya alborotada mente que entre miles de cosas, pensaba la forma más perfecta (Como ella) de poder expresar, expresarlo... expresarme. ¡Cada detalle cuenta! (Era el todo o el nada) Ella lo valía, lo vale (¡Arriesgate! Decía mi corazón... ¡Meditalo! Decía mi mente). Era arriesgarse y tenerlo todo o quedar como un insensato enamoradizo detallista. Prepararse Física y Psicológicamente para aquel momento, era como entrar con una bandera Blanca en una zona de guerra que era mi mente.

Llegar a nuevamente sentir eso, dentro de mi estómago (¿Mariposas? ¿Sistema Neurovegetativo?) Pensaba en absolutamente todo, buscandole una razón para todas las reacciones que en aquel momento sentía y de cierta forma apasiguar los nervios que poco a poco me iban inundando. Esperar sentado, con las manos intranquilas, mi corazón latiendo fuerte, y no poder escuchar mi propia voz en un mar de pensamientos... Hasta que la ví.

Todo quedó paralizado. Todo aquello que antes sentía quedo congelado, sentí que todo los sentimientos minutos antes, fueron totalmente controlados, desaparecidos, difuminados... Calmados. Verla llegar, con ese paso tan inocente, esa forma de caminar tan dulce que también transmitia nerviosismo y a la vez, emoción de estar allí. Notaba en su rostro una calma posterior a una gran angustia de no saber qué hacer cuando me viera. Sentía que en esos 4 segundos que nos vimos y caminamos el uno al otro, éramos el uno para el otro. Como si en vidas pasadas fuese mi alma gemela que Dios, nuevamente, me permite encontrarmela en una posterior vida.

Ese silencio mental y físico, un gran nudo en la garganta de querer decir todo... de decirle ¡Te extrañé muchísimo!. De gritar de emoción por verla nuevamente, hermosa, dulce, tierna y encantadora. De tenerla frente a mi, de querer decirle todo pero sólo poder decirle "Hola" seguido de un abrazo, como si ella supiera lo mucho que la extrané. De que con un abrazo me dijera todo lo que yo no pude con los labios. Aquel abrazo, que me dijo "Tranquilo, estoy aquí. Yo también te extrañé mucho, pero nuevamente podemos vernos y estoy emocionada por ello" y todo en menos de 4 segundos. Verla era un deleite, una necesidad. Comenzar a caminar hacia el lado equivocado, ya que mi mente no lograba encontrar el lugar de dónde habia dejado todo el cronograma que me habia mentalizado en realizar para cuando la viera. Hasta que su voz me brindó aquella claridad necesaria para el momento. Caminar hacia un lugar donde ella no conocia. ¡Compartir algo dulce con la persona más dulce que conocia! (Una locura, ¿Cierto?). Muchas veces supe, a través de anécdotas de amistades, que lamentan no haber hecho algo específico en un momento especial, y reprochárselo posteriormente. ¿Será el momento de hacerle caso a mi corazón, y dejar de lado un poco la razón que gobernó todos estos años, estos parajes inciertos del amor? El amor es de chances, el corazón es del amor. El corazón es chance.

Caminar como si estuvieramos solos, los dos. Deambular, conversar. Luego, un pensamiento (Del corazón)... ¡Abrázala! [¿Qué? ¿Estás loco?] Sí, ¡abrazala!. Fue más rapida la acción que el pensamiento (Increíblemente). Y al momento que lo hice, hubo un silencio sepulcral. ¿Habré hecho lo correcto? Posiblemente no, y buscar la forma en cómo disculparme por dicha acción tan atrevida, pero antes de poder pronunciar alguna palabra, se volteó y me miró. Nunca antes en mi vida vi el brillo posible que podía reflejarse en los ojos de una persona. Su mirada lo fue todo. Fue un saludo al amor, y a la vez, un agradecimiento por haberlo hecho, como si es exactamente lo que ella quería que haga. El brillo de esos ojos, la pureza de de esa mirada. Fue algo que hasta ese momento de mi vida, no pude contemplar. Y es como si todo lo pasado, lo malo (Sobre todo) y lo bueno de mi vida, tuviera sentido. Como si todas las experiencias, vivencias y actuares confluyeran a aquel momento, a quella mujer... a aquella mirada.

Caminar, nuevamente. Juntos (Más de lo que fisicamente era posible) conversar, escucharla, mirarla. Llegamos al destino (Rayos, ¡qué rápido!). "¿Alguna vez has venido aquí?" - "No, alguna oportunidad quise venir con una amiga, pero no pude". ¡La oportunidad perfecta!. Ir, y tratar de elegir entre todo, lo mejor, porque era para ella. Elección tomada, regresar. Sólo 4 minutos y 3 metros nos separaron, pero al regresar ver su rostro que expresaba un amor de antaño, como si no lograba verme durante muchos años y que estaba ahí, a la expectativa de mi regreso.
Sentarme, pensar ¿Por qué me siento tan nervioso? ¡Es un postre!... Pero muy en el fondo sabia que no era eso, era mucho más. No recuerdo el sabor de aquel postre, sólo recuerdo esos grandes ojos color café, mirándome fijamente, como si su vida dependiera de eso. Espontáneamente una mirada hacia otro lado, pero era una forma de cómo mantenernos conectados a este mundo tan ajeno a nuestro momento.
Mi cara apoyada en mis brazos, suspirar delirios, corazón exaltado, como si la fuente de todo ese momento brotara de allí: "Me encantan tus ojos, no puedo dejar de mirarlos". Ser respondido con una gran y enorme sonrisa seguido de un "Gracias" como si supiera que es exactamente lo que diría, pero que no había tenido el valor (Hasta ese momento) de decirlo.

Camino de regreso, donde por muchos momentos aguardaba un silencio mutuo, como si las palabras estuvieran demás y sólo el silencio pudiera expresar lo noble del momento. Llegó el momento de decirlo, y sin embargo no me sentía listo. "¿Quieres ir a ver la luna, desde un lugar secreto, donde podrás ver la ciudad también?". Sabía cuál seria la respuesta, pero a pesar de ello siempre la expectativa me inundaba y el miedo rondaba, de obtener una negativa ante mi pregunta.
un ¡SI! Sin vacilar obtuve, seguido de una preocupación debido a la hora, que sin embargo, fue dejada de lado inmediatamente.

Llegar, y mostrarle mi lugar preferido, donde voy siempre a meditar. Mi escape, mi lugar único, compartido. Bajo esa gran gran luna, podía observar tan detalladamente cada gesto, sentir cada palabra, escuchar cada latido... ver cada pensamiento. La plática fue tan dulce como ese sabor que te queda en los labios posterior a pronunciar su nombre. Dulce, y la vez tan agobiante de poder sentirlo realmente y no sólo desear en probar esos labios. ¡Otra acción de corazón! Un abrazo, tan fuerte y a la vez tan suave la rodeó. Quería decirle ¡Esperé mucho por esto! y a la vez, que sintiera aquello que con las palabras no pude. Agradezco a la vida, ¡por darte esa estatura! Nunca antes me habia sentido tan complementado a un nivel físico, de poder, sin tanto esfuerzo, mirarte a esos ojos color miel por los cuales, aún sigo perdido. Observar esos ojos, grandes como la luna, y brillantes como el sol. Era el Yin y el Yang, el Cielo y la Tierra, La tristeza y alegría; La soledad y la compañía. ¡Rayos! - Pensé- Estos ojos, deben ser observados, venerados y amados. Mis labios pudieron besar su rostro, sus mejillas, su frente, y atrevidamente, un roce con sus labios.

Besar esos labios benditos. Cúspide del momento, de la noche, del amor. Suave, tierno, apasionado, dulce, fuerte, largo, detenido, intenso, fugaz. El beso perfecto. Consumado, a través de un abrazo.
Conquistar su corazón, a través de mis labios - Corazón de Princesa - osado por un caballero perdido en el tesoro de sus labios.
Noche fugaz, corta, intensa... Unica. Luego de ese beso, sentí que el resto de mi vida, le pertenecía.
El resto de la noche fue una síntesis de todo lo ocurrido, lo vivido, lo olvidado y recordado. Perseverancia y anhelo, frío cálido, manos pequeñas, corazón enorme.
Pequeña, a partir de esa noche, me hiciste sentir grande.
Y todo, a la luz de la noche.